Había una vez en un país desconocido un príncipe que quería casarse.
Por esa razón pidió a su madre que buscara para él una mujer de origen aristocrático.
Para encontrar exactamente esa mujer la reina organizó una competición en el palacio.
La regla particular de esta prueba era chequear, si había una mujer que podía sentir un guisante debajo de más de veinte colchones. Si sentía el guisante, era una persona de
la familia real. Vinieron muchas mujeres, porque querían casarse con el príncipe.
Todas dormían muy cómodas, sin notar el guisante y eso significó que no tenían sangre azul. Los días pasaban y el príncipe perdió lentamente la esperanza de encontrar a la mujer de su vida. Durante esos días tocó la puerta del palacio un hombre muy pobre y sucio y entró en el dormitorio donde antes durmieron las candidatas. El hombre estaba muy cansado, por eso se acostó en la cama. El día después se levantó y fue descubierto por la reina. Le contó que no pudo dormir cómodo y que le dolía todo el cuerpo. Eso fue un punto de quiebre en la búsqueda de pareja para el príncipe. La reina y el príncipe se enamoraron del hombre muy rápido y decidieron hacer una fiesta. Invitaron a los más conocidos homosexuales y travestís del mundo para celebrar este momento de su destape sexual y en este tiempo se dictó la primera ley de matrimonio gay….después los dos vivieron felices hasta que murieron por una enfermedad de trasmisión sexual.
La Baronesa tanguera